Nadia Barkate

Del 11 de diciembre del 2015 al 15 de marzo de 2016

Acabamos el año comenzando algo nuevo… En diciembre de 2015, damos comienzo a un proyecto en el que se llevará a cabo una serie de residencias artísticas que tendrán lugar en el Espacio Alexandra.

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Lo que se plantea dentro de este proyecto consiste en la posibilidad de ofrecer a los artistas que participen de un espacio-tiempo dedicado a la creación y edición de su obra utilizando la infraestructura necesaria.

La artista vasca Nadia Barkate es la protagonista de nuestra primera residencia artística dedicada a la gráfica, que culmina con una doble exposición que muestra, por una parte los trabajos producidos durante su estancia en la residencia, ampliación de uno de sus libros publicados recientemente cuyo título es LILIUOKALANI, y por otro lado una serie de dibujos de gran formato realizados con tinta estilográfica, que supone la extensión del trabajo realizado en el libro Ich habe auch Gefühle… Bring Wodka mit.

En la siguiente entrevista, la artista nos explica en qué consisten ambas publicaciones

¿Qué son estos cuadernos?

Son dos cuadernos, uno negro y otro rojo, por clasificarlos por lo más evidente. El cuaderno negro es un ejercicio de narración compuesto por cuatro elementos básicos: cuatro formas, que se repiten hasta agotarse. Tiene una apariencia que recuerda al cómic, en parte también al lenguaje audiovisual, aunque no hay ni un solo texto.

El rojo, en cambio tiene una lógica heráldica. Su título es Ich habe auch Gefühle… bring Wodka mit,1 ésta es la última de un juego de frases que contienen la palabra Gefühle (en alemán: emociones = sentimientos = opiniones). También constiste en la reducción a una serie de elementos, pero esta vez prima el orden, el esquema. Me gusta pensar que me he puesto unas condiciones muy extremas y que los dibujos se han hecho solos.

Los dos cuadernos son versiones de un mismo ejercicio: figuración, repetición, la combinación y el agotamiento de las posibilidades, después de tomar unas decisiones a priori que se resumen en dibujar de memoria, arreglártelas con cuatro cosas y reducir la técnica a lo mínimo: un pincel, un color, un rotulador.

Has dicho repetición, combinación y agotamiento, estas no son necesariamente condiciones del dibujo. ¿Cuál es la razón de plantearte de esta manera estos ejercicios?

Bien… por un lado, repetición es el modo de aprender o memorizar algo desde que tienes uso de razón, de fijar las cosas. Pero también es la única manera de acceder a lo nuevo. Es imposible repetir algo de manera igual, siempre hay algo nuevo, un error o un acierto.

Trabajo mucho con el error, tiendo a ponerme condiciones que propician el error. No sólo en un sentido general de aprender de tus errores, sino que con el tiempo me he aferrado tanto ellos (dibujando) que los he hecho mi fin. En muchas ocasiones he detenido el dibujo cuando se ha producido el error y de repente éste protagoniza el dibujo. Puede que esta sea mi guinda, mi forma de humor.

Por otro lado, los errores se producen en un estado de agotamiento, esos momentos en los que falta concentración, o se pierde el pulso, la energía. Esto se corresponde a lo titánico de la relación con el dibujo y también con la cuestión de los límites. La disciplina, los límites… rebasarlos es desenfreno y obedecer conduce al agotamiento. La combinación es lo que posibilita que este caso se convierta en proceso.

¿Qué es lo que aparte del dibujo esta presente en este trabajo?

Las prácticas de directo y ensayo. La repetición como la se aplicar, viene concretamente del ensayo en música. El directo también me influyó mucho a la hora de tomar mis decisiones en dibujo, entender cada dibujo como una sesión, algo que empieza y termina, el estado físico, emocional, es lo importante en su proceso, el dibujo como algo performativo, no se si me explico bien. Hay una necesidad de diversión, de funcionamiento. Tu haces el dibujo pero este también se hace solo cuando estás en la postura adecuada, un estado que se aprende y se provoca. Esto John Berger lo explica muy bien en un pequeño texto, Secreto profesional2 “dibujar es un acto recíproco (…) es un diálogo rápido en el que se dispone y se recibe.”

¿Cómo llegas a formular esta idea o esta forma de trabajar? ¿Cuándo decides que el proyecto va a ser de esta manera concreta?

Tengo pocas ideas, o según se mire demasiadas. Me cuesta concentrarme pensando. Es como oír muchas voces a la vez. No suelo proyectar de antemano. Lo que más me gusta de ponerme a dibujar es que dejo de pensar. Todo empieza con un gesto que es el de ponerme a trabajar, colocar una mesa, una silla, beberme una cerveza, relajarme. Este gesto, yo lo entiendo como disciplina. A veces pongo la música muy alta para evitar escucharme. Cuando en otras ocasiones he partido de una imagen, texto o idea intento distanciarme de ello todo lo posible, intento no juzgar, no sentir ni pensar. Los patrones se hacen solos.

Estos últimos meses he estado trabajando con algunos elementos que saqué de un dibujo que hice en un estado de relajación. No quiero decir que provoqué ese estado, sino que cuando estaba tratando de dibujar otra cosa, entre una y otra intención, intentando salir de una fase de bloqueo, hubo un dibujo que no pretendía ser nada, sólo entrenar mi mano. El dibujo en cuestión me gustó porque no era nada. Me gusta la frase «la nada nadea», no creo que sea fácil ponerse a trabajar y hacer «nada». Partí de ese dibujo. He repetido los elementos tantas veces que se ha hecho un mundo y se ha hecho solo.

He llegado a obsesionarme, creo que ese es el punto que define mi forma óptima de trabajar. Creo en el proceso, que apura el sentido.

Viendo tus anteriores dibujos es difícil ver las conexiones entre éste y otros de tus trabajos. Parece como si el tema y el estilo hubieran cambiado. ¿Es así?

Cada una de las veces que me ha tocado explicar mi trabajo, he dicho casi automáticamente que es heterogéneo y adaptable, ya no creo que sea así. Tengo que corregir esta apreciación porque es una ilusión. Una manera equivocada en la que he percibido mi trabajo. También me gustaba decir que no tenía estilo, afirmación que ahora me parece muy extraña, ya que mis gustos no han cambiado casi nada en los últimos diez años. De esto te das cuenta cada vez que vuelves al mismo sitio y la cuestión es la misma.

La sensación de caminar en círculos es muy evidente cuando echas la vista atrás, sólo que cada vez el lugar por el que pasas es más frondoso y más opaco. El tiempo siempre cuenta. Cuando miro mis dibujos veo que hay una noción de espesura, de complicación. El estilo que antes negaba, ahora veo que es un conjunto de errores y trampas que he ido haciendo funcionar poco a poco, una armonía de errores que con el tiempo se ha hecho más compleja.

¿Qué son las piezas?

Me imaginaba luz de vela junto con los cuadernos en la sala. Así llegaron a ser candelabros, porque las velas se fueron complicando como los dibujos. Acabé haciendo el mismo ejercicio inevitablemente. Más de lo mismo. Ya ves que esto va de repetir.

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