Aura
Biblioteca Central de Cantabria. Del 3 de agosto al 25 de agosto 2021Comisaria
Alexandra G. Núñez
Artista
José Luis Ochoa
Se que el cielo esta muerto, despoblado,
y la tierra, que antes desbordaba de hermosa vida humana,
se ha vuelto casi como un hormiguero.
Pero aún hay un lugar donde el antiguo cielo y la tierra antigua me sonríen.
En ti olvido a todos los dioses del cielo y a todos los hombres divinos de la tierra.
Friedrich Hölderlin
En un mundo donde las certezas desaparecen y las realidades cambian por completo, podría parecer que hablar de cualquier cosa que no tenga relación con la pandemia carece de sentido. Esta catástrofe en gran medida, será uno de los símbolos de nuestros tiempos y se convertirá sin duda, en un punto de referencia en los relatos de la humanidad. E incluso alguien podrá recordar los versos del poeta Hölderlin aludiendo a la huida de los dioses y como nos abandonaron. Y es que, en esta época de contrastes, es asombroso comprobar como en un mundo condicionado y aparentemente predecible por los avances científicos y tecnológicos, nuestro bienestar esté abocado a un futuro tan incierto como nebuloso. El ser humano ha pasado a lo largo de su historia por numerosos episodios de cambio e inestabilidad, y es difícil ver que hubo un tiempo mejor con mayor tranquilidad y sosiego. Pero cada momento tiene sus dificultades y sus desafíos, la narración esta cambiando más rápidamente de lo que pensamos y la verdadera amenaza no va a ser silenciosa e invisible, porque ya está aquí, la podemos ver y sentir, está delante de nuestros ojos. Según los últimos datos científicos, la incidencia significativa del impacto humano en nuestro planeta ha cambiado ya el curso de la cronología de la Tierra, y la época en la que las actividades del hombre empezaron a provocar cambios biológicos y geofísicos a escala mundial, el Antropoceno, ya debería formar parte de las edades geológica del Tiempo. Hemos pasado de miles de años de relativa estabilidad ambiental, desde el final de la última Edad del Hielo, a entrar en una fase de rápida evolución y mucho más inestable.
Así, la tierra esta transformándose y sus paisajes también lo están haciendo, y aunque son muchos los factores y procesos que influyen en los cambios de paisaje, el calentamiento global posiblemente sea el más determinante. Y es que muchos de los entornos y lugares que hemos visto hasta ahora se modificarán y algunos otros incluso desaparecerán. Paisajes con una atmósfera especial, con lo que podríamos calificar como aura, un concepto que puede parecer, a priori, científicamente nebuloso y extraño en su explicación, no lo es tanto en su comprensión, ya que el aura, la podemos explicar como una atmósfera inmaterial que rodea seres o espacios. El aura es un concepto que “se respira”, decía el filósofo Walter Benjamin, que transporta nuestra percepción de la atmósfera a una calidad sensorial indeterminada del espacio. El aura se manifiesta como una correspondencia que acontece entre el receptor y aquello que irradia del objeto observado. Lo que podríamos traducir como inaccesibilidad: “Un entretejido muy especial de espacio y tiempo; aparecimiento único de una lejanía, por más cercana que pueda estar. Reposando en una tarde de verano, seguir la línea montañosa en el horizonte o la extensión de la rama que echa su sombra sobre aquel que reposa, eso quiere decir respirar el aura de estas montañas, de esta rama”.
Esta lejanía, ese paisaje es el que esta distorsionándose, hemos robado el fuego como Prometeo a los dioses del monte Olimpo, pero el fuego esta descontrolado y hoy es mucho más potente que todas las erupciones volcánicas en la tierra juntas. Nosotros somos los que estamos sacudiendo los cimientos más estables, y el problema no es tanto la negación sino la indiferencia. El calentamiento global es algo radicalmente diferente a nada que hayamos experimentado. Es algo tan enorme que no se puede siquiera explicar con palabras, porque el lenguaje tiene sus limitaciones; y esto es tan grande que no lo podemos casi imaginar, porque supera nuestra escala.
Y ahí es donde el mismo Hölderlin nos recordará la necesidad de los artistas, porque “nos recuerdan a los celestiales / que en otro tiempo nos acompañaron y han de volver un día…” El artista crea mundos diferentes, porque una obra de arte es un microcosmos complejo lleno de matices. El arte puede ser como una morada y el paisaje su referencia, un punto externo que permite ver otra medida del mundo. Hay artistas que no necesitan más que su imaginación para representar un espacio o una sensación, y después hay otros que necesitan ver, sentir, respirar el aura de los lugares. En nuestro caso, las obras surgen del encuentro con lo real, es un intento de comprender y transmitir lo recóndito de nuestro mundo. Quizás imaginándonos como aquellos exploradores del siglo XIX que se aventuraron a los polos y las cimas más altas del planeta, descubriendo horizontes hasta entonces desconocidos. Salvando las distancias, también hemos buscado en esos paisajes radicales, los propios limites tanto físicos como psíquicos de nuestro yo más oculto. Es la persecución de una idea sobre la existencia que desea trascender, aquello que no es revelado por completo, lo desconocido.
Aura es un modo de estar y sentir el mundo, una visión subjetiva que, en ocasiones, parece estar hecha de pérdidas y de silencios, de destrucciones y de vacíos. Realidades que hemos contemplado como están despareciendo o están a punto de hacerlo. El presente como una imagen relampagueante que se ha vuelto difusa. En Aura no hay una narrativa lineal, así, las imágenes iniciales que hemos traído desde el lugar de origen van transformándose y al final nunca acaban como se han proyectado en un comienzo, es una continua transformación. Son trabajos que van desde el dibujo, la pintura o las instalaciones, y donde las obras son creadas en base a capas de tiempo y sedimentos superpuestos que, junto con colores convencionales, se van fundiendo con diferentes sustancias como el hierro, las tierras, la sal o la lava. Éstas son expuestas junto diferentes a tipos de rocas y fósiles; y es que estos materiales también nos dan pistas e información sobre el clima que existía en la tierra hace millones de años. Cada fósil es una huella en el tiempo, miles de años enterrados que han salido a la luz. Algunos de estos han sido recogidos en el propio lugar que se esta representando bajo oxidaciones que van mutando en sus colores y atmósferas. Haciendo de la materia, el elemento central de la investigación plástica que alude a una experiencia radical contemporánea.
Y es que, para nosotros, el arte es como un lenguaje crítico que debe preguntar y hacer que los demás también se pregunten a sí mismos. Más allá de buscar explicaciones, como artistas queremos comprender e investigar, en un proceso personal, que busca el acontecimiento y su trascendencia. La poesía y el arte presentan visiones particulares de la experiencia humana, pero no como verdades absolutas, sino como interpretaciones. En Aura se interpela a una situación que está a una escala completamente diferente a cualquier otra cosa que el hombre haya experimentado, donde la imagen más desoladora está por venir, más o menos acentuada. En definitiva, lo que encontramos es la necesidad de una auténtica transformación del pensamiento y de las actitudes.
José Luis Ochoa